sábado, 22 de octubre de 2005

Con el Teide al fondo

CON EL TEIDE AL FONDO

Amaneció hoy muy despejado el día.
Descorro las cortinas de mis ojos, abro mis ventanas cerradas, afino mi atención... y veo, allá arriba, cómo se asoma cada día a mi ventana alguien para regalarme una sonrisa. Gracias, Teide, gracias.
¡Qué bonita la estampa que me brindas!
Tan grande, tal alto... tan hermoso. Me das paz, me enseñas los secretos de la vida, me seduces. Te me pareces a la novia del mundo, toda adornada de flores, las nubes por velo, las brumas por diadema.
Me inspiras confianza ¿sabes?.
Me consuela tu silencio y tu prudencia. ¡Tan grande y a la vez tan humilde! Me sorprendes cada día. No gritas, no impones, no atropellas. Nunca te he visto violento.
¡Tu grandeza es tu sencillez! ¡Tu virtud es el silencio de tu boca!
¡Cuánta alegría repartes a quienes te entienden!. Juegan contigo, se sientan en tu regazo, te hacen cosquillas, se recuestan sobre tu pecho, se suben a tus espaldas, se arrullan a tus pies... Muchos hasta lloran emocionados a tu lado, con sólo ver tu belleza. Se sientan a comtemplarte, se regocijan mirándote, comen contigo... ¡Cuánta paz has regalado desde siempre!
Gracias, Teide, por ser quien eres. Me inspiras confianza, créeme. Te me pareces a Dios