sábado, 10 de mayo de 2008

Esto es ser cristiano

Esto, entre otras cosas, es ser cristiano y lo demás son cuentos...

Nota: Esto es para que te analices, no para que, excluyéndote tú, te dediques a investigar quién de las personas que te rodea falla en estas cosas. Ten cuidado que para ser fariseo no hay que hacer muchos pinitos...

I. PRIMER MANDAMIENTO: “Entra dentro de ti y mírate”. Ya sabemos que aquel de allí es un demonio. Pero, ¡hombre! ¡Tú tampoco es que huelas a incienso! Deja de pensar que si fulano es así o mengano asao... ¡que a lo mejor tú tampoco te libras de la quema!

II. Si no estás dispuesto a cumplir el PRIMER MANDAMIENTO, entonces no sigas leyendo lo que viene a continuación porque ¡esto de ser cristiano no es lo tuyo! Y... ¡ojo con justificar algunas de tus posturas!, que lo malo nunca se puede justificar...

III. Sé lo más comprensivo que puedas con la gente. No existe “mala leche”. Lo que existen son personas que RECLAMAN CARIÑO. Y, cuando no lo obtienen, se cabrean o reaccionan de forma aparentemente “anormal”: me cabreo, critico, le machaco, pego cuatro voces...

IV. Si a todo el mundo le gusta que le quieran, pues, vamos a dar cariño. ¡Vamos!, digo yo, ¿no?

V. Si escuchas un comentario bueno sobre otra persona, házselo llegar. Y si escuchas uno malo, cállatelo. O, mejor aún, dile a quien lo ha dicho que se lo diga al interesado en vez de al resto que, como dice el dicho: “el cornudo es el último en enterarse”.

VI. No hay oficio más bonito que el de unir a las personas. ¿Lo has aprendido ya? Únete al vecino y luego... une al resto.

VII. Cuando tengas que decir alguna verdad, dila. Pero, ¡con cariño! Que a veces se dice con tonos un poco subiditos y, en ocasiones,... aunque sea contradecir el tercer mandamiento, ¡con mala leche!

VIII. Sé positivo y saca a relucir lo bueno de los demás y de las situaciones. ¡No seas negativo! ¡Que nadie tiene la culpa de que estés “amargao” contigo mismo!

IX. Si en algún momento desearías decir a una persona algo, ¡no esperes a que se colme el vaso! ¡Hábla cuanto antes! Porque si no lo haces empiezas a ser cómplice del mal que hace el otro. Además, el otro te puede echar en cara que por qué no se lo dijiste antes... ¡y tiene razón!

X. ¡Deja de mirarte al ombligo! La mayoría de los males, por no decir todos, se solucionan cuando me preocupo por hacer feliz al vecino.

XI. Sé delicado y suave en el trato. ¡Que a veces parece que nos han “clonao” con un cactus!

XII. Si alguien te pide perdón... ¡no sigas echando leña al fuego!... ¡Viva la paz!

XIII. Aprende a ponerte en el lugar del otro. Lo más importante es amar, dar cariño, que la otra persona se sienta querida... Si descubres esto con el corazón... “¡te ha tocado la lotería!”

XIV. ¡No pongas etiquetas a la gente! Que para quitarlas vino Jesús. Deja de juzgar que equivocarse sobre uno es la cosa más fácil. Además, no puedes reducir una persona a una, dos o tres etiquetas. Por otro lado, las etiquetas, cuando son negativas,... ¡matan!

XV. Si alguien te hace algo malo... ¡VÉNGATE!.. Véngate tratando a esa persona lo mejor posible cuando esté a tiro. Esta venganza no la aguanta nadie. En todo momento haz aquello que crees que está bien, independientemente del comportamiento de la gente.

XVI. LO MÁS IMPORTANTE: “Que todos seamos uno”. Quien lucha por la unidad es de Dios y sus frutos son la calma, la mansedumbre, la bondad, la felicidad, la PAZ. Quien provoca divisiones no es de Dios y sus frutos son la guerra, el odio, el rencor, la desconfianza, la murmuración, la destrucción, la crítica,... la INFELICIDAD.

Todos estos mandamientos se encierran en dos: ¡Deja de enojarte y pelearte por TONTERÍAS y preocupate por dar cariño hasta que no puedas más!, que el secreto para ser felices es más sencillo de lo que parece... Por cierto, ¿no será que a veces no nos damos cuenta porque somos un poco complicados?

«EL AMOR HACE SIEMPRE LAS COSAS NUEVAS»